Es la tercera vez en los últimos meses que hablando con amigos que
como yo disfrutan del buen cine y conocen películas que están fuera de lo que
se llama “Main stream” me quedo sorprendida de que no conozcan ni hayan oído hablar siquiera de Death Proof de
Quentin Tarantino. Nunca imaginé que escribiría esto porque sólo unos años
atrás Tarantino no sólo me resultaba indiferente si no que incluso me repelía.
Fue viendo “Inglorious Bastards”, ya había visto por supuesto Pulp Fiction,
Kill Bill 1 y 2 y Reservoir Dogs, cuando algo llamó mi atención. Aunque un
director no me guste le doy una, dos y hasta tres oportunidades cuando el resto
del mundo dice que es bueno, porque puedo estar equivocada o simplemente porque
hay veces que no estamos preparados, sintonizados con su lenguaje y no es
momento para intimar y dejarle entrar a formar parte de nuestro universo mental e imaginario. Fue viendo como digo, Inglorious
Bastards cuando me hizo gracia por primera vez. Ver a Brad Pitt, siempre
excepcional, tratando de parecer italiano con su acento, creo que era tejano, y
su mandíbula y rasgos arios me pareció genial.
Ray Loriga me dijo hace muchos años que Tarantino era un genio y
yo en esos momentos no le creí, pero aquel comentario se quedó grabado en mi mente
y pensé: si esta persona que sabe de cine y a la que considero inteligente lo dice, puede que haya algo de verdad. Creo que fue por aquella afirmación rotunda
por lo que seguí viendo, muy a mi pesar, sus películas. Ahora no me arrepiento.
Ha llegado el momento de disfrutar de Tarantino, del mismo modo que en otro
tiempo llegó el momento de disfrutar de otros creadores que en un principio no
podía soportar. Por eso ya ni me atrevo a meterme con Proust y llamarle “mariquita”,
porque quién sabe cuando llegará su momento. Es decir, el mío para poder
apreciar su genio.
Death Proof, 2007, es la mejor película que he visto de Tarantino.
Él, mejor que nadie hasta ahora, ha sabido retratar con ese aire de comic en el
que hay que suspender la incredulidad hasta límites que rozan el delirio, mujeres
de las que a mi me gustan. Tardé tiempo en comprender el ejercicio que hay que
hacer para disfrutar de sus películas porque todo su lenguaje es exagerado,
totalmente desproporcionado. Es una tira de TBO, un comic hecho imagen. Es el
sueño de un hombre que sigue siendo niño y que sigue fantaseando acerca de cómo
debería ser el mundo, o al menos el cine: Puñetazos, luchas con espadas, buena música, frases ingeniosas,
situaciones absurdas donde lucirse, chicas guapas y violencia sin fin. Un cine donde
un adulto puede reírse, gritar y emocionarse con la brutalidad más
descabellada y genial. Un cine divertido y esperpéntico donde la palabra “cool”
lo llena todo. Tarantino es el rey de los diálogos: Diálogos rápidos, llenos de
giros, de naturalidad con chispa, de expresiones cercanas y a la vez perfectamente
coreografiadas.
Lo mejor de Tarantino son por supuesto sus chicas: valientes y
violentas, con caracter de chicazos y a
la vez bellezas que ni aún cubiertas de sangre y con la cara destrozada dejan de
ser sexys, resueltas y sin miedo, chicas con personalidades fuertes que saben pegar igual
o mejor que cualquier tío y lo mejor de lo mejor: que saben ganar y disfrutar con
ello. Death Proof es una película sobre esas mujeres. Las que renuncian a ser
víctimas y se convierten en adversarios porque saben que la justicia es más
importante que la ley.
A la lista de chicas descaradamente atractivas y atrevidas que
desfilan por la película hay que añadir a Kurt Russell, uno de los pocos
hombres de ojos claros que considero atractivo. Nunca le he visto mejor que en
una de mis películas preferidas: The Thing, 1982, de John Carpenter, pero en
Death Proof hace un papel terrorífico y repelente, magnífico. Stuntman Mike,
así se llama Russell en esta película, es un especialista de coches que trabaja en las
escenas de acción de las películas. Su coche es un arma, una máquina de matar, casi, sólo casi, indestructible. Es un
lobo, un maniaco salvaje que cree perseguir corderos hasta que los corderos se
arrancan sus pieles lanosas y cuando menos se lo espera le muestran los
dientes. ¿Quién estaba persiguiendo a
quién?
Como siempre, Tarantino cuenta varias historias dentro de la
historia general y cuando ya te has olvidado de la trama global de pronto te
lleva de nuevo a ella y sin darte cuenta has estado disfrutando de un “sketch”
del que debes olvidarte porque ya no es relevante. La historia de Death Proof
es sangrienta y violenta, esa clase de violencia efervescente que te engancha y
con la que se disfruta. El segundo grupo de chicas, no quiero desvelar más
porque hay que verlo y no me permitiría romper la sorpresa, tiene escenas y
diálogos de una comicidad delirante y unas escenas de acción y adrenalina que
son para mi gusto más memorables que Kill Bill, por ejemplo, o cualquiera de
sus otros trabajos. Es una película en
la que acabas deseando secretamente que toda esa violencia justificada pudiera
ser real, porque los personajes hacen tan bien su trabajo, las chicas defienden
tan bien su parcela de masculinidad, destreza, fuerza y agallas que cuando
termina también tienes ganas de gritar: Fuck you, Stuntman Mike!
Hablar de una película de Tarantino y no mencionar su música sería
imperdonable. Una de las joyas que te llevas además de la imagen es el sonido.
No sé dónde encuentra música tan curiosa, tan explícita, pero una parte muy
importante del impacto que causan sus imágenes tiene que ver con la música que
escoge. En esta escena de Death Proof que he encontrado en Youtube hay una de
las mejores muestras de esa mezcla de sensualidad, sentido de lo extravagante,
acierto cool y juego peligroso que se da en sus películas.
El “Lap dance” que le hace la exótica Vanessa Ferlito al monstruoso Kurt Russell es casi o más
sensual que el que le hace Salma Hayek al propio Tarantino en “From Dusk Till Dawn”, otro entretenimiento exquisito, divertido y original dirigido por Robert Rodriguez y escrito por Tarantino en la misma línea, que también merece la pena
ver.
No encuentro mejor forma de terminar mi recomendación que con este
aperitivo. No tiene desperdicio.
3 comentarios:
Quentin Tarantino es una máquina de reciclar materiales de derribo, capaz de sorprendernos con el fascinante resultado de su funcionamiento. Ahora le tocó el turno a un tipo de cine de ínfimos planteamientos, los "slasher" y las "car chase movies", que conformó una execrable vertiente de la serie B que se practicaba en el cine norteamericano en los últimos años sesenta y toda la década de los setenta (que algunos miran ahora con cierta condescendencia) y que servía mayormente para alimentar la programación de infectas salas de "double feature".
“DEATH PROOF” es la “segunda” película del “prograna doble” que perpetraron Tarantino y su amigo y socio Robert Rodríguez (la de éste es “PLANET TERROR”) y un pretexto para que el autor de “PULP FICTION” diera rienda suelta a su mitomanía "trash" y de paso exhibiera su innegable talento para la confección de alargadísimas y recargadas secuencias en las que unos personajes mantienen interminables y anodinas conversaciones muy acordes con su mentalidad. En esta ocasión el reparto de ingredientes de la fórmula tarantiniana quedó algo desequilibrado y pese a momentos de gran virtuosismo narrativo (esa impagable secuencia que ilustras vale de ejemplo), la cinta pesa y llega a impacientarnos.
Un saludo.
P.D.— Si como dices, ha llegado tu momento Tarantino, te recomiendo encarecidamente que descubras (o revises) "JACKIE BROWN" que considero su mejor trabajo hasta la fecha. La brillante pirotecnia narrativa que define a este realizador, aquí estuvo muy controlada y al servicio de una buena historia. Una historia bañada en un romanticismo otoñal, realmente inesperado viniendo de quien venía.
Tarantino es uno de los pocos directores que cuando ves una de sus películas eres capaz de reconocer su trabajo, su estilo se nutre de muchas fuentes pero él sabe como nadie llevar todas estas influencias a su terreno y crear un mundo y estilo propios.
Mi favorita : Kill Bill, es épica!!!!
Un saludo.
Great!
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