jueves, 8 de noviembre de 2012

DEATH PROOF




Es la tercera vez en los últimos meses que hablando con amigos que como yo disfrutan del buen cine y conocen películas que están fuera de lo que se llama “Main stream” me quedo sorprendida de que no conozcan ni hayan oído hablar siquiera dDeath Proof de Quentin Tarantino. Nunca imaginé que escribiría esto porque sólo unos años atrás Tarantino no sólo me resultaba indiferente si no que incluso me repelía. Fue viendo “Inglorious Bastards”, ya había visto por supuesto Pulp Fiction, Kill Bill 1 y 2 y Reservoir Dogs, cuando algo llamó mi atención. Aunque un director no me guste le doy una, dos y hasta tres oportunidades cuando el resto del mundo dice que es bueno, porque puedo estar equivocada o simplemente porque hay veces que no estamos preparados, sintonizados con su lenguaje y no es momento para intimar y dejarle entrar a formar parte de  nuestro universo mental e  imaginario. Fue viendo como digo, Inglorious Bastards cuando me hizo gracia por primera vez. Ver a Brad Pitt, siempre excepcional, tratando de parecer italiano con su acento, creo que era tejano, y su mandíbula y rasgos arios me pareció genial.
Ray Loriga me dijo hace muchos años que Tarantino era un genio y yo en esos momentos no le creí, pero aquel comentario se quedó grabado en mi mente y pensé: si esta persona que sabe de cine y a la que considero inteligente lo dice, puede que haya algo de verdad. Creo que fue por aquella afirmación rotunda por lo que seguí viendo, muy a mi pesar, sus películas. Ahora no me arrepiento. Ha llegado el momento de disfrutar de Tarantino, del mismo modo que en otro tiempo llegó el momento de disfrutar de otros creadores que en un principio no podía soportar. Por eso ya ni me atrevo a meterme con Proust y llamarle “mariquita”, porque quién sabe cuando llegará su momento. Es decir, el mío para poder apreciar su genio.

Death Proof, 2007, es la mejor película que he visto de Tarantino. Él, mejor que nadie hasta ahora, ha sabido retratar con ese aire de comic en el que hay que suspender la incredulidad hasta límites que rozan el delirio, mujeres de las que a mi me gustan. Tardé tiempo en comprender el ejercicio que hay que hacer para disfrutar de sus películas porque todo su lenguaje es exagerado, totalmente desproporcionado. Es una tira de TBO, un comic hecho imagen. Es el sueño de un hombre que sigue siendo niño y que sigue fantaseando acerca de cómo debería ser el mundo, o al menos el cine: Puñetazos, luchas con espadas, buena música, frases ingeniosas, situaciones absurdas donde lucirse, chicas guapas y violencia sin fin. Un cine donde un adulto puede reírse, gritar y emocionarse con la brutalidad más descabellada y genial. Un cine divertido y esperpéntico donde la palabra “cool” lo llena todo. Tarantino es el rey de los diálogos: Diálogos rápidos, llenos de giros, de naturalidad con chispa, de expresiones cercanas y a la vez perfectamente coreografiadas.
Lo mejor de Tarantino son por supuesto sus chicas: valientes y violentas, con caracter de chicazos y a la vez bellezas que ni aún cubiertas de sangre y con la cara destrozada dejan de ser sexys, resueltas y sin miedo, chicas con personalidades fuertes que saben pegar igual o mejor que cualquier tío y lo mejor de lo mejor: que saben ganar y disfrutar con ello. Death Proof es una película sobre esas mujeres. Las que renuncian a ser víctimas y se convierten en adversarios porque saben que la justicia es más importante que la ley.
A la lista de chicas descaradamente atractivas y atrevidas que desfilan por la película hay que añadir a Kurt Russell, uno de los pocos hombres de ojos claros que considero atractivo. Nunca le he visto mejor que en una de mis películas preferidas: The Thing, 1982, de John Carpenter, pero en Death Proof hace un papel terrorífico y repelente, magnífico. Stuntman Mike, así se llama Russell en esta película, es un especialista de coches que trabaja en las escenas de acción de las películas. Su coche es un arma, una máquina de matar, casi, sólo casi, indestructible. Es un lobo, un maniaco salvaje que cree perseguir corderos hasta que los corderos se arrancan sus pieles lanosas y cuando menos se lo espera le muestran los dientes.  ¿Quién estaba persiguiendo a quién?
Como siempre, Tarantino cuenta varias historias dentro de la historia general y cuando ya te has olvidado de la trama global de pronto te lleva de nuevo a ella y sin darte cuenta has estado disfrutando de un “sketch” del que debes olvidarte porque ya no es relevante. La historia de Death Proof es sangrienta y violenta, esa clase de violencia efervescente que te engancha y con la que se disfruta. El segundo grupo de chicas, no quiero desvelar más porque hay que verlo y no me permitiría romper la sorpresa, tiene escenas y diálogos de una comicidad delirante y unas escenas de acción y adrenalina que son para mi gusto más memorables que Kill Bill, por ejemplo, o cualquiera de sus otros trabajos. Es una película en la que acabas deseando secretamente que toda esa violencia justificada pudiera ser real, porque los personajes hacen tan bien su trabajo, las chicas defienden tan bien su parcela de masculinidad, destreza, fuerza y agallas que cuando termina también tienes ganas de gritar: Fuck you, Stuntman Mike! 
Hablar de una película de Tarantino y no mencionar su música sería imperdonable. Una de las joyas que te llevas además de la imagen es el sonido. No sé dónde encuentra música tan curiosa, tan explícita, pero una parte muy importante del impacto que causan sus imágenes tiene que ver con la música que escoge. En esta escena de Death Proof que he encontrado en Youtube hay una de las mejores muestras de esa mezcla de sensualidad, sentido de lo extravagante, acierto cool y juego peligroso que se da en sus películas.
El “Lap dance” que le hace la exótica Vanessa Ferlito al monstruoso Kurt Russell es casi o más sensual que el que le hace Salma Hayek al propio Tarantino en “From Dusk Till Dawn”, otro entretenimiento exquisito, divertido y original dirigido por Robert Rodriguez y escrito por Tarantino en la misma línea, que también merece la pena ver.
No encuentro mejor forma de terminar mi recomendación que con este aperitivo. No tiene desperdicio.