¡GLORIA, JULIO CESAR!
Estas palabras bien podrían pertenecer a una de mis novelas,
o ser una exclamación en una obra de Shakespeare. En realidad son los nombres de
dos de mis lectores. Mis lectores los llamo yo, porque ya son algo mío.
Porque representan el lector ideal, ése
que todo escritor desea tener. Conocen mi trabajo, lo aprecian, lo disfrutan, lo
comparten, lo esperan, me piden más…
A ellos, con sus nombres épicos, y a todos los demás que me leéis,
va dedicado el último post de este blog que tengo muy desatendido porque llevo
tiempo trabajando en nuevos proyectos.
Estos proyectos son la creación del sello editorial,
Aristeia Press y la revista, La Conquista de Aristeia.
Veinte años después de comenzar a escribir, diez, desde que
comencé a publicar con Planeta, Random House y Lübbe, estoy comenzando una
aventura extraordinaria.
Ya sé lo que es publicar en una editorial grande. Ya sé cómo
funcionan las cosas. Y lo más importante, ya sé cómo quiero que funcionen.
Internet ha transformado radicalmente los procesos de
comunicación, publicación y marketing en muchas profesiones, pero especialmente
en las de escritor y músico. La revolución cultural que está teniendo lugar
está modificando entre otras cosas la relación entre el escritor y el lector. El
lector se ha convertido en una voz viva y real para el escritor, en su mejor
aliado. Siempre ha sido así, pero ahora, y gracias a Internet, el lector puede
comunicarse de forma directa con el escritor y además dar a conocer su opinión
sobre sus lecturas, no sólo a sus amigos y familiares, sino al mundo entero. ¿Qué
significa eso? Que el lector es escuchado, que su opinión es advertida,
considerada por otros lectores, valorada.
Pero ¿Qué es una opinión? Hay opiniones y opiniones. Los que
somos mayores sabemos que la opinión de un niño no tiene mucho peso porque su
juicio no está basado en el conocimiento, en la experiencia o en la educación
del gusto. Es simplemente “su opinión”. Y
está muy bien, porque es lo que le gusta. Pero que le guste no quiere decir que
tenga calidad. Como siempre, para que esa opinión tenga peso, valor, para que
no sea simplemente “mi opinión”, necesita tener una base. Y esa base siempre se
adquiere con la educación, instruyendo el gusto, afinando la sensibilidad...
Este tema no es nuevo, se lleva discutiendo desde que ciertos
artistas modernos se empeñaron en romper con todas las reglas establecidas. Pensaban
que lo importante era dejar volar la creatividad y crear con “lo que saliera de
dentro”. Romper con las reglas es válido cuando dominas las reglas. Cuando
sabes qué es X, cómo se hace, de dónde viene y aún así decides que tu prefieres
hacer Y. Porque a no ser que seamos un genio, lo que saldrá de esa
rebelión será el dibujo o el texto de un niño en la guardería: Garabatos y explosiones
llenos de sentimiento e indiscutible singularidad, que sin embargo no pueden
llamarse arte. Y no pueden por el bien de todos. Porque si rebajamos los
estándares y decidimos que mi dibujo es tan bueno como un Renoir simplemente porque
lo he hecho con todo mi corazón, y porque a mí y a mi madre nos parece
precioso, la palabra arte queda rebajada. Y una vez que se pierde el norte, se
pierde para siempre. O al menos para “el siempre” de muchos, que puede que no
tengan tiempo en su vida de aprender a distinguir qué es lo mejor.
La explosión de creatividad que vivimos es maravillosa, pero
no todo lo que se lee, lo que se ve, lo que se escucha tiene calidad. Si has
crecido leyendo sagas quizá puedas establecer una opinión basada en tu gusto, sobre
cuál es mejor, pero si sólo has leído eso, por muy bueno que sea leer, que lo
es, te estás perdiendo lo mejor. El acceso a la cultura que tenemos hoy es
inmenso, infinito casi. Hoy más que nunca es imprescindible educarse, tener
criterio, esforzarse en escoger lo mejor. Porque hay mucho de todo y sin darnos
cuenta podemos pasarnos la vida consumiendo lo que la cultura de masas nos
ofrece y perder la oportunidad de convertirnos en adultos, o mucho más
importante, la posibilidad de llegar a ser hombres.
Es un hecho que la cultura de una época define esa época. Lo
creamos o no, en todas las formas de arte est án impresos
los valores de esa cultura. La cultura es el alma de una sociedad. Y si una
sociedad se alimenta sólo de programas basura, de libros basura y de cine
basura, acabará convirtiéndose en un vertedero. Por eso son necesarios lectores
y espectadores de calidad, es decir hombres y mujeres de calidad, que sepan
distinguir entre lo que tiene valor y lo que no lo tiene. Hoy más que nunca es
necesario poseer un criterio.
Antes eran las grandes editoriales quienes, en el mundo
literario, ostentaban la responsabilidad de ser divulgadoras y sostenedoras de
esa cultura. Pero ya no podemos confiar en su criterio porque han dejado de ser
grandes editoriales y se han convertido simplemente en editoriales grandes.
Aquí es donde entramos los que aún creemos en el valor y el
poder de la literatura. Los lectores (y por supuesto los escritores) somos
ahora los responsables de divulgar y mantener la calidad de esta cultura. Es una
cruzada contra la ignorancia, el infantilismo y la superficialidad que impera,
y por lo visto apela, a la mayor parte de la sociedad.
Y es una pena porque nuestra herencia cultural es tan rica,
tan variada, tan divertida, tan poderosa que dejar que se pierda, dejar que se
crea que lo que ahora existe es lo único que hay es una tragedia. Me encanta
haber crecido con música de The Doors, Queen, Tony Bennet, AC/DC, con películas
de Marlon Brando, Steven Spielberg, Tennessee Williams, Hitchcock, leyendo y
aprendiendo de Eurípides, John Steinbeck, Henry Miller, William Blake…
Uno de mis nuevos proyectos tiene como misión precisamente descubrir
a todo aquel que tenga interés, quiénes son los mejores creadores de la
historia. La Conquista de Aristeia es:
“Una revista que tiene como misión despertar el entusiasmo
del lector para avivar su deseo de superación y ampliar la conciencia de sus
posibilidades. Para lograrlo presentaré los trabajos (cine, literatura, ensayo,
música, pintura, filosofía…) de quienes yo llamo Los Aristos, creadores cuyas
obras han contribuido a engrandecer la idea del hombre y gracias a los cuales
sabemos que es posible alcanzar la excelencia. Al entrar en contacto con sus
admirables creaciones literarias y cinematográficas, con sus brillantes
reflexiones filosóficas, con sus visiones, tan imaginativas como útiles y
bellas, el lector no tendrá más remedio que sentirse impulsado, jubilosamente impulsado,
a utilizar lo que más le interese para conquistar lo mejor de sí mismo”.
La palabra excelencia, Aristeia, es la
clave de estos proyectos. En la presentación de La Conquista de Aristeia,
explico por qué. Sólo complementar aquí que por muy modernos y cínicos que
seamos, y lo somos, no podemos olvidar que lo que verdaderamente importa no es
la cantidad sino la calidad, ni tampoco que existen cosas mejores que otras. Decirnos
que el juego está perdido y que lo sensato es claudicar y entrar a formar parte
de la cultura de masas va en contra de mis valores y los de mis lectores. Pero
no todo está perdido por supuesto. Los grandes artistas y los grandes
divulgadores de cultura siguen existiendo. Sigue habiendo editores que tienen
como meta ofrecer calidad y buen entretenimiento. En España tenemos la suerte
de contar con El Acantilado, Siruela, Cátedra, Impedimenta o Libros del Asteroide.
Es ahí donde tenemos que buscar nuestro alimento.
Nuestro grano de arena es Aristeia Press, una editorial formada
por personas que creen en el poder de la literatura y cuya meta es ofrecer novelas
que inspiren, iluminen y entretengan mientras desafían nuestras ideas y
creencias. En Aristeia Press queremos publicar sólo libros que aporten grandeza
y profundidad, vida en su sentido más apasionante y sublime.
Este proyecto tiene un valor inmenso, especialmente para mí,
porque aparte de publicar mi trabajo y poder controlar todo el proceso
editorial, algo con lo que llevaba soñando desde que empecé a escribir, es una oportunidad
para dar a conocer libros olvidados que aúnan calidad literaria, profundidad y
diversión.
Es, como digo, un grano de arena en un universo de barro,
pero es un hecho que siempre existirán hombres y mujeres en busca de lo mejor
de sí mismos, hombres y mujeres que siguen creyendo con entusiasmo en el poder
y la magia de la buena literatura. No buscamos cantidad sino calidad. Algo que
cada vez es más difícil de encontrar. Nuestro objetivo no es mantener una
cuenta de resultados o conservar un empleo. Somos libres, independientes. Nos
mueve la superación, la inspiración, la intensidad, la sabiduría, el deseo…
Estos son mis nuevos proyectos, a los que invito a todo
aquel que esté interesado a investigar y conocer qué pueden ofrecerle.
Conformarse, venderse, estancarse no son palabras que entren
en mi vocabulario. Las posibilidades están ahí y son inmensas, grandiosas. El
mundo está cambiando y el rumbo que tome dependerá de lo que hagamos con lo que
tenemos, de las herramientas que usemos para evolucionar y revolucionar la
nueva idea de hombre. Ese hombre está creándose ahora mismo. Somos nosotros,
ahora.
Queridos Gloria y Julio Cesar, queridos lectores ideales del
mundo entero, ejercer vuestro poder, porque de vosotros depende el futuro de nuestra
cultura.
Os espero en La Conquista de Aristeia y Aristeia Press.
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