He leído en el blog de Lorenzo Silva el comentario que hace acerca de una web que vende sus libros sin su permiso. Y siempre parece como si el “artista” ya sea escritor, músico, director, etc, tuviera que justificar y casi pedir disculpas por cobrar por su trabajo, no digamos por ganar dinero con él. Como si la cultura fuera un derecho, como parece ser todo últimamente en Europa, y la gente que no hace, ni crea, tuviera la prerrogativa intocable de exigir a los que hacen y crean, que les entretengan, ilustren o deleiten gratis, simplemente porque se lo merecen. Lorenzo dice que no utiliza la palabra ROBAR. ¿Por qué no utilizar la palabra ROBAR si es perfecta para describir lo que hace la gente que comercia ilegalmente con nuestro trabajo?
Hay que acabar con lo políticamente correcto y llamar a las cosas por su nombre. Nadie se atreve a reconocer una realidad cada vez más extendida y patente: la existencia entre esos pocos que hacen y crean, los que leen y trabajan honestamente y valoran la cultura y saben lo que cuesta conseguir un trabajo bien hecho, sea el que sea, y la masa de parásitos incultos, vagos y zafios, que además carecen de cualquier talento, y que si pueden conseguir lo que sea gratis no tienen ningún prejuicio moral para justifican con facilidad su falta de hombría. Porque hoy día ser un HOMBRE, con todas las connotaciones que eso conlleva, requiere más esfuerzo del que la mayoría está dispuesta a realizar.
Nada cambiará en este país hasta que se sepa distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. No existen términos medios: robar es robar. No quererte gastar 5, 10, 15 euros en un libro, en una película o en una canción y robarla, sólo denota que eres un rata, un ladrón y un sinvergüenza. No hay palabras más precisas para definirlo. La incultura y la falta de valores es una combinación muy peligrosa, sobre todo cuando concierne a una sociedad. La gente en España te dice con toda soltura: “Me he bajado esta película ¿te la paso?” No existe ni siquiera cierto pudor, no lo dicen en bajo. Es algo tan extendido, tanto entre la gente que tiene dinero como la que no, que nadie considera atentamente lo que es: una bajeza, una “cutrería”.
El problema es que los que no hacen ni crean, piensan que rodar una película, escribir un libro o componer una canción se hace sin esfuerzo, sin TRABAJO. Su falta de inteligencia, de imaginación, de integridad o cualquier otra cualidad con la que se define al Hombre, les impide entender que el trabajo y el esfuerzo y la honestidad necesarias para ofrecer algo de valor están fundidos en la obra creada.
Si no tienes dinero, pides prestado el libro que quieres leer, o ahorras, en vez de gastarte 20 euros en cañas, cosa que parece no molestar a nadie, (aunque quizá dentro de poco se empiece a exigir cerveza gratis como un derecho más) o te aguantas como cuando éramos pequeños y conservas la ilusión hasta el día de Reyes o de tu cumpleaños o hasta que hayas reunido el dinero para comprarlo. No hay que tenerlo todo YA. No estamos autorizados a exigir todo YA. Ni tenemos derecho a ROBAR a otras personas para tener lo que queremos YA.
Mi propuesta para todos esos que justifican robar el trabajo de los demás, es que se pongan a escribir ellos un libro, una canción o a rodar una película… Sólo entonces se darán cuenta de lo que significa trabajar con la mente, con la imaginación, sabrán de la disciplina y el esfuerzo necesarios, de las horas, días, meses y años que se requieren para lograr terminar algo que alguien desee leer, escuchar o ver. Pero esa gente nunca se pondrá a hacer nada. Se pasarán la vida robando, primero libros y canciones y cuando sean mayores (más todavía) robaran en sus trabajos, evadirán impuestos y seguirán creyéndose con derechos, porque en su estupidez piensan que la vida es dura solamente para ellos y que sólo por eso tienen derecho a ROBAR a los demás.
He visto cosas que no creeríais, como dice el replicante de Blade Runner. Gente que bajo el lema del Ché Guevara y el nombre de “Cultura Democrática” se dedica a ofrecer mi trabajo y el de otros autores gratis, gente que como en el caso que comenta Lorenzo Silva y haciéndose llamar “libros con estilo” se dedica a robar años de trabajo adjudicándose además adjetivos que nada tienen que ver con su actividad delictiva, gente que para cobrar el dinero de los anuncios de su web copia la sinopsis de mis novelas y las de otros autores y simplemente las ofrece gratis. Y lo que es más, hay gente, cientos, miles de personas que les dan las gracias, que les felicitan como si fuera un acto heroico, una hazaña del muy erróneamente ensalzado Robin Hood que desde una perspectiva sumamente populista quitaba a los que creaban riqueza, siempre mal vistos por los que no tienen semejante capacidad ni cualidades, para dárselo a quienes, la mayoría de las veces, no lo merecen.
Dejando aparte ese arma de destrucción masiva que son nuestros gobernantes. ¿Nadie se ha preguntado nunca por qué en los países occidentales donde hay oportunidades unos hacen uso de esas oportunidades y otros no? ¿Por qué unos consiguen prosperar y otros no? Los que viven en el cliché y la ignorancia dirán simplemente que los ricos son ricos porque roban. Y se quedarán tan anchos. Pero no, no todos los ricos roban. Eso es tanto como decir que todos los pobres roban. Llevo viviendo seis años en una de las ciudades más ricas del mundo y he conocido a personas extremadamente adineradas y todas esas personas se levantan a las 5 y media de la mañana y terminan de trabajar más tarde de las once de la noche, casi todas duermen con el teléfono al lado porque lo más probable es que les despierten en medio de la noche desde Hong Kong , Bombay o Sídney, viajan hasta quedar exhaustos y aunque he de reconocer que muchas son bastante aburridas también tengo que decir que son los trabajadores más incansables que he visto en mi vida. Y no estoy hablando sólo de gente con un sueldo si no de empresarios con tanto dinero que podrían tumbarse al sol el resto de su vida. Gente que se ha hecho a sí misma, que no lo ha tenido fácil, gente que ha dejado sus países de origen donde no tenían derechos ni oportunidades que han llegado con lo puesto y que tienen lo que tienen a costa de trabajar, no de exigir derechos. Los ricos de la vida real, no esos malos de las películas, o los malos de verdad que por supuesto también existen, los ricos de los que hablo lo son porque son más listos que los demás, porque trabajan más que los demás y porque tienen más cualidades que las que tenemos el resto para hacer dinero. Punto. Nos guste o no hay gente más lista y esforzada, y si yo no tengo una empresa de éxito o no tengo éxito en mi trabajo quizá debería considerar la posibilidad de que el mundo no sea tan horrible, que puede serlo, sino que yo no soy tan listo como creo. Hay que saber quiénes somos, para qué valemos y cuánto estamos dispuestos a sacrificar para tener éxito. El éxito no se consigue exigiendo derechos si no sacrificando libertades. Éxito es llegar a las metas que nos proponemos. Para uno será tener mucho dinero, para otro ganar el premio Nobel, para otro curar una enfermedad… Pero se engaña, y quizá lo descubra demasiado tarde, quien cree que se puede conseguir algo de valor sin trabajo ni esfuerzo.
El que roba a los escritores para alimentar las ansias consumidoras de una pandilla de ignorantes malcriados que quieren descargarse todo YA, y digo ignorantes porque dudo mucho que sepan apreciar siquiera el libro, teniendo en cuenta que no son capaces de entender ya desde un principio que lo que están haciendo les convierte en ladrones, es un ladrón. Ese ladrón debería estar en la cárcel porque está robando y el que se baja el libro también. La ley necesita ser reestructurada en lo que se refiere a propiedad intelectual porque es la única forma de mantener al borrego dentro del redil. Si fueran verdaderos Hombres no harían falta leyes escritas porque su intuición y valores dirigirían sus actos. Si fueran verdaderos Hombres sabrían de primera mano sobre el esfuerzo y el trabajo y en vez de gastarse 20 euros en cañas y quedarse tan panchos y luego despotricar porque un libro “cuesta”, mirarían el billete que tienen en la mano y pensarían ¿En qué me gasto mi dinero? ¿Qué hago con este poco o mucho de poder adquisitivo que tengo? No se puede mirar hacia otro lado, somos también aquello en lo que gastamos nuestro dinero. Cuando tengáis el billete en la mano y vayáis a pagar algo sabed que estáis escogiendo, estáis siendo, definiendo quiénes sois. -Dime en qué gastas tu dinero y te diré quién eres-. La vida es dura y los libros son caros, pero también lo es un pantalón, una ronda de cañas y unas zapatillas… todo cuesta. No sólo los libros. ¿Por qué crees que el trabajo de quien ha hecho las zapatillas merece ser pagado más que el de quien se ha pasado tres años escribiendo una novela?
¡Ah! ¿Que si pudieras también robarías las zapatillas?
Entonces ya sabes quién eres.
Y si sigues pensando así, lo que nunca serás.
5 comentarios:
No me gusta usar la palabra robar porque tiene un significado técnico-jurídico muy preciso y me pasé cinco años en una facultad de Derecho y diez ejerciendo la abogacía.
Prefiero, para evitar réplicas que se salgan por la tangente del matiz legal, decirles lo que les digo: que su apoderamiento del trabajo ajeno es ilegítimo, y si tienen recursos, me parece éticamente inconsistente (la ética siempre es algo personal, incluso hay quien no tiene).
Mientras estemos en un país sin gobernantes atentos a otra cosa que su medro y/o lucro, y en consecuencia nadie nos defienda, sólo nos queda apelar a la conciencia del que la tenga.
Abrazos y gracias por el apoyo.
Lorenzo Silva
De acuerdo con lo que dices, pero en epubgratis nunca estuvo disponible el libro de Lorenzo Silva. Sólo anunciado y se quitó al ver que el autor lo vendía a menos de cinco euros y exigía ese precio razonable por contrato. Se quitó el anuncio. Sin más. Se discutió y se quitó. De hecho, se ofrece a los autores que quieran enlaces gratuitos, que pongan cuentas de paypal, etc.
Cobrar veinte euros por un libro electrónico también es robar, y lo hacen muchas editoriales. Un libro electrónico no cuesta eso. No hay imprenta. No hay stock. No hay camiones de reparto. No hay estantes de librerías. Lo que cuesta un libro electrónico es, en concepto de maquetación, cero (indesign lo hace automático), en concepto de almacenaje, poco (los hosts pueden costar 90 euros al año), en concepto de distribución algo, según dónde lo quieras (en la casadellibro.com más que en una página personal, claro, pero lo mismo cuesta implementar una página que permita bajar un libro que mil millones de copias). Quien dice otra cosa miente.
El derecho a la cultura lo garantiza la constitución. No digo que tengamos derecho a robar. Digo que hay que empezar a entender el negocio editorial de otra manera. O bien hay que alquilar libros electrónicos que se "borren" de los dispositivos a las dos semanas (si lo quieres eterno, paga) o bien insertar publicidad. Pero no se puede defender que un negocio siga como está, porque las cosas cambian. Internet lo ha cambiado todo.
Vaya pataleta. Los que te admiramos y queremos bien reclamamos tu atención. Olvídate de los PARA YA.
Sobre el comentario de Anonimo....
No estoy de acuerdo al proceso logico de tu razonamiento. Que de pronto no existan costes de manipulación maquetado etc, no tiene porque significar que el libro tenga que ser mas o menos barato.
Es muy simple: Los autores y las editoriales tienen que ser libres de poner los libros al precio que quieran y lo lectores decidir si están dispuestos a pagar ese precio o si prefieren leer otro libro. Pero intentar tener el uso de cualquier bien o servicio a un precio distinto del marcado por el dueño de ese bien o servicio es matar la propiedad y libertad del dueño.
Bueno, bueno un poco de calma...no es para tanto. ¿cómo lo sé? pues porque en las algaradas de hace pocos días en Londres, se asaltaron casi todo tipo de tiendas... menos las librerías. Así que no hay mucho peligro de robo... de lo otro sí porque la falta de interés de tantísimos jóvenes sobre cualquier tipo de lectura meramente "ilustrativa" crece como un tsunami, sí sí y lo arrasará casi todo. Así que no habrá a quien cobrarle por los libros, las canciones o las fotos.
Pesimismo antropológico, creo que se llama lo que me pasa.
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