Ralph Waldo Emerson es uno de mis autores preferidos. Sus ensayos son anfetamínicos. Leerle provoca siempre un elevamiento del espíritu, del ánimo, proporciona alegría, seguridad en uno mismo, confianza en el mundo, otorga esperanza acerca de lo posible y confirma lo imposible. Si existe algún autor con propiedades curativas, regeneradoras y liberadoras es Emerson. Para Europa es un autor casi desconocido pero en Estados Unidos es el padre de lo que llamamos el sueño americano. Emerson conforma el ideal de superación, de posibilidad de cambio, de autoconfianza e individualismo que impregna a los estadounidenses, que no lo olvidemos, son los descendientes de todos aquellos europeos que, hartos de la rígida estructura de clases, de la imposibilidad de conseguir prosperar si no se era hijo de alguien, emigraron a un país libre o casi libre de jerarquías.
Emerson es conocido como representante del trascendentalismo y en sus libros escribe frases como esta: “Si un hombre está en su lugar será constructivo, fértil, magnético” Leer una frase así conduce inevitablemente a la pregunta ¿Cuál es ese lugar? ¿Cómo sé si estoy en mi lugar, si de todos los lugares de la tierra, de todas las posibilidades de ser y estar que existen, yo, estoy en la que me corresponde? Otra línea de pensamiento para llegar a una respuesta sería preguntarse ¿Soy constructivo, fértil, magnético? Si la respuesta es Sí, quiere decir que estamos en nuestro lugar, pero si es No, volvemos a encontrarnos con la duda. Y entonces podemos plantearnos ¿Dónde sería yo constructivo, o fértil incluso magnético? El lugar por supuesto no es sólo espacial si no que se refiere a un estado de ser en el que nuestras capacidades, todo aquello que es rico, útil y valioso en nosotros tienden a florecer y desarrollarse. El trabajo de autoexploración y autoconocimiento que surge de leer semejante frase es fascinante. Obliga a mirar hacia dentro, a vernos y a trabajar. Con Emerson siempre se trabaja, así es que aquellos que no estén interesados en sí mismos es mejor que no se acerquen a sus libros.
Otra frase fantástica: “Nos tomamos muchas molestias para acechar y atrapar lo que por si mismo caería en nuestras manos”. Esto es tanto como admitir que existe un destino para cada uno y que a veces no nos damos cuenta de que sólo podemos poseer aquello que nos pertenece legítimamente. Invita a la relajación pero también despierta dudas acerca de qué es aquello que nos pertenece y cómo saber si lo que deseamos es legítimo o no. Porque por supuesto lo más difícil es admitir nuestras propias limitaciones y saber qué es lo que nos define, qué es lo que sabemos hacer mejor, qué es lo que realmente queremos de la vida, cuánto esperamos de nosotros y cuánto estamos dispuestos a trabajar para ser merecedores de lo que deseamos.
Otra frase: “Pensar es recibir” ¿Recibir? ¿De quien? Emerson cree que de Dios. Yo también.
Otra impresionante. “Tan pronto como el hombre es uno con Dios no necesita suplicar. Cada acción será una oración”. Esta es una frase que adoro y que tiene su origen en la máxima de los monjes Benedictinos: “Laborare est orare” Significa: Trabajar es rezar, y para mí quiere decir que todos tus actos deben ser una oración. Rezar no es hincarse de rodillas y pedir algo, es más bien procurar que cada cosa que hagas lleve en sí la intensidad, la concentración y la voluntad que una oración requiere. Es convertir tu vida en una sucesión de actos sagrados. Admitir que tu destino está ligado a quien eres y por tanto a lo que haces con tu tiempo y con tu vida.
Emerson es conocido como representante del trascendentalismo y en sus libros escribe frases como esta: “Si un hombre está en su lugar será constructivo, fértil, magnético” Leer una frase así conduce inevitablemente a la pregunta ¿Cuál es ese lugar? ¿Cómo sé si estoy en mi lugar, si de todos los lugares de la tierra, de todas las posibilidades de ser y estar que existen, yo, estoy en la que me corresponde? Otra línea de pensamiento para llegar a una respuesta sería preguntarse ¿Soy constructivo, fértil, magnético? Si la respuesta es Sí, quiere decir que estamos en nuestro lugar, pero si es No, volvemos a encontrarnos con la duda. Y entonces podemos plantearnos ¿Dónde sería yo constructivo, o fértil incluso magnético? El lugar por supuesto no es sólo espacial si no que se refiere a un estado de ser en el que nuestras capacidades, todo aquello que es rico, útil y valioso en nosotros tienden a florecer y desarrollarse. El trabajo de autoexploración y autoconocimiento que surge de leer semejante frase es fascinante. Obliga a mirar hacia dentro, a vernos y a trabajar. Con Emerson siempre se trabaja, así es que aquellos que no estén interesados en sí mismos es mejor que no se acerquen a sus libros.
Otra frase fantástica: “Nos tomamos muchas molestias para acechar y atrapar lo que por si mismo caería en nuestras manos”. Esto es tanto como admitir que existe un destino para cada uno y que a veces no nos damos cuenta de que sólo podemos poseer aquello que nos pertenece legítimamente. Invita a la relajación pero también despierta dudas acerca de qué es aquello que nos pertenece y cómo saber si lo que deseamos es legítimo o no. Porque por supuesto lo más difícil es admitir nuestras propias limitaciones y saber qué es lo que nos define, qué es lo que sabemos hacer mejor, qué es lo que realmente queremos de la vida, cuánto esperamos de nosotros y cuánto estamos dispuestos a trabajar para ser merecedores de lo que deseamos.
Otra frase: “Pensar es recibir” ¿Recibir? ¿De quien? Emerson cree que de Dios. Yo también.
Otra impresionante. “Tan pronto como el hombre es uno con Dios no necesita suplicar. Cada acción será una oración”. Esta es una frase que adoro y que tiene su origen en la máxima de los monjes Benedictinos: “Laborare est orare” Significa: Trabajar es rezar, y para mí quiere decir que todos tus actos deben ser una oración. Rezar no es hincarse de rodillas y pedir algo, es más bien procurar que cada cosa que hagas lleve en sí la intensidad, la concentración y la voluntad que una oración requiere. Es convertir tu vida en una sucesión de actos sagrados. Admitir que tu destino está ligado a quien eres y por tanto a lo que haces con tu tiempo y con tu vida.